https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10156152901193523&id=648703522
La ciudad y los días
El Informador. 28 de febrero 2018. Juan Palomar Verea
Políticos con “espectaculares”: malos políticos
Silogismo básico para políticos. Premisa mayor: Los anuncios “espectaculares” son dañinos para la comunidad. Muchos políticos utilizan esos anuncios. Ergo: esos políticos son dañinos a la comunidad.
Es simple. Desde hace muchos años se vienen denunciando a los anuncios “espectaculares” como elementos contrarios a la armonía urbana, al orden citadino (y rural), a la convivencia civilizada. Utilizarlos lesiona todos estos componentes indispensables para un entorno favorable a la vida comunitaria. Si estuviéramos en un país menos atrasado hace mucho que hubieran sido eficazmente prohibidos, o por lo menos estrictamente limitados.
La ciudad es como una casa. Si en ella reinan el desorden y el cochinero la vida de sus habitantes se degrada y los vuelve a su vez agentes activos de la propagación –en su casa y fuera de ella- de esa degradación.
El problema con los espectaculares y los políticos es que éstos tienen la muy errónea idea de que son efectivos para darse a conocer a sí mismos y a sus campañas. Ignoran que la cacofonía urbana hace mucho que neutralizó lo que los anuncios tratan de difundir, que son, en los términos actuales, absolutamente obsoletos. Sin embargo, son obstinados y se prestan al intercambio de favores (espectaculares gratis) por futuras prebendas para los anunciantes. Así, se espesa la maraña de intereses creados que atentan contra la urbe.
Recientemente el Ayuntamiento de Zapopan lanzó una campaña frontal contra los “espectaculares”. Bravo. Y esto a pesar de los poderosos recursos de quienes se sienten afectados. Es la hora de que todos los municipios metropolitanos se sumen a esas acciones (lo que ya parece estar ocurriendo en algunos).
Se sabe que no es fácil. Las presiones son muchas. Existen numerosos intereses: los de quienes viven de estas prácticas, los dueños de los anuncios, los que se anuncian en ellos, los dueños de las propiedades que “rentan” su espacio (a este respecto es importante decir que, desde el momento en que las estramancias invaden la imagen circundante no están actuando exclusivamente en su espacio, sino que invaden el paisaje de todos).
Esta parte de las actividades comerciales se debe reconvertir, como tantas prácticas que se han visto superadas por la historia y el bien común. Basta ver cómo actualmente tienen una penetración y efectividad mucho mayor los mensajes en las llamadas “redes sociales”. El desenfreno y el exceso del uso y el abuso de los “espectaculares” han generado tal confusión visual que se anulan unos a otros con el único resultado de instalar el cochinero ambiental en el que muy injustamente vivimos.
Así que cada político tiene que pensar muy bien cómo se hace propaganda. Por la vía “espectacular” que lo exhibe como mal político o como agente responsable e inteligente de un cambio, de una mejora ambiental absolutamente urgente.